QK CABEZÓN

QK CABEZÓN

 
 
 
 
 
 
 
 
PERSEVERANCIA
 
 


A pesar de la muerte, finalmente
nuestra perseverancia sigue viva,
alimentando sueños ya pasados..
A pesar de la muerte, así es la vida.



Qk Cabezón


 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

TEORÍA SOBRE LA IGNORANCIA 
DE ALGUNAS ESPECIES
 
 
 

A  Jacinto

 

 

Nada más abrir la puerta, me encontré inmersa en un silencio atronador. Continué andando y atravesando salas y murallas de librerías distribuídas en dos plantas. Acoplados en ellas, miles de volúmenes encuadernados en piel, la  mayoría escritos hacía ya cientos de años. Claro que tratándose de la Royal Society de Londres, una de las sociedades científicas más antiguas de Europa, no se podía esperar menos.


Brouncker, Williamson, Wren, Wyche, Pepys, Vaughan, Southwell...fuí leyendo. Y a cada paso me sentía inculta... ni siquiera de oídas me sonaban esos nombres, solo tenía una certeza: todos los autores de esas obras, habían dedicado su vida a la investigación científica para dar una explicación lógica de cuánto sucedía en la tierra...y en el cielo.


Por fin dí con un nombre que conocía, el de Isaac Newton. Impulsada por el ansia de saber, me abalancé a coger el tomo. Lo abrí tímidamente ya que, tal y como temía, me encontré con páginas y páginas de fórmulas físicas y matemáticas. Imaginé el tiempo que debió dedicarse Newton a saber por qué lo que cae al suelo cae al suelo y no flota en el espacio para llegar a formular su Ley de Gravitación Universal. Continué avanzando y llegué a la Sección de Ciencias de la Naturaleza. "El origen de las especies”, de Charles Robert Darwin. Complacida por dar con el tesoro que andaba buscando, acaricio la piel verde de la encuadernación, ajada por el tiempo y el uso.


Abrazada al tomo y acompañada de un intenso olor a madera recién encerada, busqué una Sala de Lectura. Iluminado a contraluz por un gran ventanal, descubrí la presencia de un anciano de unos ochenta años de edad e imponente barba blanca. Tanto su sombrero como su abrigo, ambos impecables, me recuerdan a los sabios del siglo pasado. Es la barba la que dibuja el afilado óvalo de su cara. Tras ella se esconden cuello y pecho del anciano.


Me saludó inclinando la cabeza y levantando ligeramente el sombrero. Me acerqué a preguntarle. Al llegar a su lado, se levantó del asiento y me señaló la butaca que tenía  enfrente.



ÉL:
Buenos días señorita. Soy el profesor Charles Robert Darwin, autor del libro que con tanto ardor abraza.


Dudé si responder al anciano profesor temiendo estar a punto de caer en la monótona conversación de una persona con demencia senil, sin embargo, una mezcla a la vez de curiosidad a la vez de compasión me empujaron a entablar conversación con él.



YO:
Buenos días, profesor...Darwin. Verá, yo... estoy buscando respuestas de naturaleza científica.

ÉL: Si son respuestas relacionadas con la Naturaleza y con el origen y la evolución de las especies, quizá pueda ayudarla en algo.

YO: He de escribir un artículo sobre el origen del virus causante de la pandemia del COVID19, no sé si en su Teoría encontraré respuestas- respondí a bocajarro, sin preparación alguna.


El anciano arqueó levemente las cejas. Bajo el bigote, le asomaban unos labios finos, me dí cuenta de que quizá respondieran a la prudencia con la que se expresaba. Se diría que era de esas personas que hablaba poco pero cuando hablaba, lo hacía con argumentos, con consciencia, de verdad.


ÈL: No como el autor, sino como científico, me alegra conocer a alguien que acepta el desconocimiento y duda sobre todas las absurdas  teorías que se están formulando al respecto. Ha cogido usted el libro indicado.


Me quedé desconcertada: definitivamente, este hombre no está bien de la cabeza, me dije. Sentí ganas de preguntarle por qué aquel era el libro indicado, pero el anciano mostraba tener respuesta hasta para los pensamientos ajenos.



ÈL:
Para explicarse usted misma el origen de la COVID19 y poder explicar con rigor a los demás, tendrá que detenerse en los puntos más esclarecedores de mi teoría. Me refiero al capítulo 2, sobre la variación de la Naturaleza; el capítulo 3, el de la lucha por la supervivencia y en el 14, en el que escribo sobre las especies orgánicas. Es en ellos donde fundamento, con evidencias científicas, que todo ser vivo tiene un origen que va cambiando poco a poco.

YO: Está usted diciendo que para saber el origen de este virus ¿hay que remontarse al origen del Universo?- respondo con incredulidad.

ÈL: Estoy diciendo, señorita, que la respuesta al origen de este nuevo coronavirus, se explica en la evolución biológica producida por selección natural.

YO: Cuando habla usted de selección natural ¿á qué se refiere exactamente?- respondo haciéndome la bien informada aunque en el fondo no tenga ni idea del tema.

ÉL: Pondré un ejemplo para que lo entienda bien: la sequedad del desierto presiona a todas las especies que lo habitan para tener una mayor resistencia a la deshidratación. Aquellas especies que no se adapten a estas condiciones, morirán. Ése es el mecanismo de la selección natural, el que, además de explicar las condiciones medioambientales que han influído en los cambios biológicos, determina y selecciona su reproducción según se den unas peculiaridades u otras. En conclusión, el origen del virus por el que te preguntas, que no es más que una variante genotípica de una familia de virus, esta en la selección natural. Y será sobre esa selección natural sobre la que habrá que investigar.


Si no fuera porque la razón insistía en que era una locura, llegué a pensar que, en efecto, frente a mí estaba Charles Darwin en persona...incluso pensé en la posibilidad de que el anciano podía haber sobrevivido a más de cien años.


YO: Esto significa, profesor Darwin el origen de esta pandemia está, no solo en los genes del virus y en las condiciones medioambientales en las que el maldito virus se ha desarrollado,¿es así?


El anciano afirmó con la cabeza, una breve sonrisa, como de satisfacción, se perfiló en sus labios.


ÉL:
Los cambios climåticos y el contacto entre especies, favorecen o dificultan el desarrollo de todos los seres vivos que habitan la Tierra.

YO: Pero los virus ¿son seres vivos?- respondí desconfiando de mí ignorancia supina.

ÉL: Por supuesto jovencita, virus, bacterias, parásitos y demás patógenos, son seres vivos, a escala molecular, pero seres vivos...debería usted saberlo- respondió el anciano.

YO: Si, si, tiene toda la razón, no he tenido en cuenta lo del tamaño y las escalas... - me excuso mientras por dentro me siento molecularmente ridícula.
ĖL:
El virus de esta pandemia comparado con otros virus de su familia, presenta claras diferencias en sus mutaciones y en su estructura.

YO: Quizá esas diferencias puedan tener algo que ver ¿con los murciélagos?

ÈL: Con murciélagos o pantalones malayos ya se sabe que no, pero sí es cierto que el origen del virus es fruto de un "salto de hospedador”, es decir,  del salto de una especie animal a la nuestra, lo que en términos científicos se conoce como Zoonosis- me respondió con la vista en ninguna parte, como dándole vueltas al tema.

YO: Bueno al menos se sabe que lo transmite algún animal.

ÉL: La sorprendería saber la cantidad de enfermedades del ser humano que pueden ser 

causadas por virus evolucionados en distintos medios ambientes y transmitidos por el aire, la saliva o la picadura de un animal a un ser humano o de un animal a otro.

YO: Y los efectos del cambio climåtico, profesosr ¿podrían aumentar la virulencia de un virus?

ÉL: No le quepa la menor duda, señorita. Es la acumulación de cambios medioambientales la que produce los fenómenos evolutivos- respondió el anciano mientras sacaba un antiguo reloj con cadena del bolsillo.


Entendí que mi tiempo se estaba acabando, pero me parecía tan valiosa la información que acababa de recoger que llegué a sentir la aceleración de mi pulso.


YO: Una última pregunta, profesor, importante para mí: este virus ¿podría haberse creado artificialmente?

ÈL: ¡Quién, con qué herramientas y con qué fin podría haberse generado un virus artificial, jovencita! Como científico que soy, me baso en la razón y en los datos. Y, vuelvo a insistir, la respuesta se encuentra en la Naturaleza y en el medioambiente. Ahora, voy a formularle yo a usted una pregunta cuya respuesta podría dar lugar a un Tratado de miles de páginas sobre "La ignorancia del ser humano": cómo se explica que el ser humano del siglo XXI ¿haya llegado a creerse superior a la  naturaleza? 


Me quedé callada, pero sabía que tenía toda la razón del mundo. El anciano volvió a sacar el reloj con cadena del bolsillo. Debíamos llevar un buen rato charlando,  pero el tiempo parecía haberse parado.



ÉL:
Solo la investigación evolutiva, genética y virológica, juntas, podrán conocer cómo se originó este virus y, en última instancia, desarrollar tratamientos efectivos para combatirlo. Me esperan para una conferencia, jovencita, ha sido un placer conversar con usted sobre un tema tan grave. Espero haberle servido de ayuda- concluyó el anciano, ya en pie y con el sombrero  levantado.


Cuando el “impostor” de Charles Darwin acabó desapareciendo de mi vista, abrí el libro por sus primeras páginas. No pude creer lo que estaba viendo: una foto de él, del anciano de unos  ochenta años con el que acababa de estar…los mismos ojos, los mismos labios, la misma barba, el mismo sombrero y abrigo. Se me saltaron las lágrimas.




QK Cabezón







Comentarios

LOCALIZACIÓN